Voto en blanco en México

Por lo que he podido ver en distintos medios mexicanos, se está impulsando una campaña para que la gente vote en blanco en las próximas elecciones.

Al parecer, se trata de un impulso de candidaturas ciudadanas, aunque no está muy claro quién promueve este movimiento que ha puesto patas arriba al país.

Yo siempre he ido a votar, tanto en México como en España.

En México, me ha movido apoyar con mi voto el equilibrio legislativo y, en España, he apoyado a un partido con la visión más equilibrada en temas de inmigración.

En ambos casos, no he estado de acuerdo con todo lo que esos partidos proponen y hacen, pero no votar o hacerlo en blanco se me hace no sólo un disparate, sino una manera de no reformar las cosas.

Es cierto que en la actualidad los partidos tienen el monopolio para presentar candidatos que finalmente lleguen a puestos de elección popular, algo que no sólo es endogámico, sino que no permite una verdadera democracia en el que todos puedan votar y ser votados.

Es cierto que los tres grandes partidos políticos en México, una vez en el poder, ya sea legislando o gobernando,  no han podido resolver los auténticos retos que tiene el país: pobreza, inseguridad, etc.

Es cierto que los excesos de muchísimos políticos han provocado el desencanto de la población en general, ya que, una vez en el poder, se han olvidado de sus compromisos con la ciudadanía y sólo atienden a sus intereses particulares o de grupo.

Es cierto que hay muchas personas sin partido que podrían ser candidatos independientes y excelente gobernantes que podrían conformar equipos eficaces para resolver los problemas que aquejan al país.

Son ciertas muchas cosas, pero lo que es verdad es que votar en blanco no soluciona ninguna de éstas, sino que agrava la deslegitimazión del sistema, en una espiral absurda que no lleva a ninguna parte.

En ningún país, el voto en blanco ha dado lugar a nada.

Votar blanco es un atajo hacia ninguna parte, una pérdida de tiempo y la peor manera de combatir el escepticismo: es una derrota a la esperanza de que las cosas pueden cambiar.

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