Alejandro Fernández en Madrid, ¡qué noche!

Esta semana fui invitado a ver el concierto de Alejandro Fernández. ¡Fue una experiencia genial!

Al salir de México, le perdí la pista, así que me sabía las canciones de sus dos primeros discos.

Durante la última década, Alejandro Fernández se ha convertido en un intérprete soberbio que brilla por derecho propio fuera de la inmensa sombra de su padre.

Lo que se me hace verdaderamente excepcional es la sencillez con la que se dirige al público y la buena relación que tiene con sus músicos, todos ellos mexicanos como él mismo indicó, orgulloso.

Se trata de una persona que ha pasado por experiencias difíciles (el secuestro de su hermano, los rumores sobre su sexualidad), pero que trasmite tan buenas sensaciones que es comprensible que auténticas multitudes (sobre todo conformadas por mujeres) caigan rendidas a sus pies.

Fueron 2 horas y medias de canciones nuevas y antiguas, con un largo y espectacular espacio dedicado a los clásicos de la música ranchera que la gente coreó con familiaridad y sentimiento. Fue un momento muy emotivo ver una bandera mexicana y cantar «Guadalajara», «El Rey» o «México Lindo y Querido».

Siempre que veo a un mexicano triunfar confirmo que hay tanto talento en mi primer país.

Es tan evidente, pero leo los comentarios de la gente en foros, páginas web y en libros y aún pensamos mal de nosotros mismos.

Pensamos que lo que viene de fuera siempre será mejor, que somos un pueblo destinado al fracaso y que nuestra única alternativa es la supervivencia.

Yo no comparto esta idea.

Creo, como un buen amigo mexicano que viene a Madrid a ocupar un puesto de mucha importancia en una compañía multinacional, que ahora mismo el país tiene una oportunidad histórica para dar un paso para dar un salto importante a la modernidad; entendida ésta como una situación de mayor justicia social, de certeza jurídica, de oportunidades para todos, de continuidad institucional y optimismo social.

No sé si al final se consiga, pero ya se han dado algunos pasos y se avanza (lentamente, si bien es cierto) hacia esa situación.

Lo que uno puede pensar después de ver un magnífico concierto…

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